El pozole mexicano que ahora conocemos tiene como ingrediente principal maíz, verduras, carne de pollo o cerdo, chiles y especias, sin embargo, no siempre fue así. Con el paso del tiempo este platillo evolucionó y, claro, siguió conquistando paladares. Posiblemente la receta más conocida sea la de Jalisco, ahí se agrega carne de cerdo y chile ancho.

En otras zonas del país como en Guerrero se agrega tomate verde; en Michoacán, chicharrón; y en Colima, queso blanco; sea como sea, el pozole mexicano es ese platillo que siempre se disfruta.

En estos tiempos es común comerlo en festejos de todo tipo, pero antes era un platillo comúnmente servido en funerales; también se dice que el pozole mexicano era degustado por el emperador Moctezuma, quien lo ofrendaba al Dios Xipe Tótec.

Entre los secretos mejor guardados del pozole mexicano se cuenta que la carne utilizada para preparar este pozole en la prehistoria no era precisamente animal.

Asimismo, en el libro Sabor que Somos se narra que en marzo de 1530, después de derrocar a los indígenas, Nuño Beltrán de Guzmán (conquistador de la Nueva Galicia) fue recibido en Tonalá, Jalisco, por Itzoapilli Tzapontzintli y sus cortesanos con danzas y pozole mexicano.

Nuño, al entrar a la cocina y ver la olla del pozole, se percato que este tenía restos humanos, inconfundibles, ahí mismo cortó la olla con su espada e intimidó a la reina y al resto de los presentes para no comer más carne humana.

Sin duda, el pozole mexicano es un platillo con mucha historia, pues fue creado en la prehistoria y se come en fechas realmente importantes. Sea cual sea la versión, también forma parte de la gastronomía mexicana y esta fue nombrada patrimonio inmaterial de la humanidad.


Con información del Excélsior