Quizás por más que nos amemos y vibremos en sintonía con nuestro amor propio, siempre nos dolerá una traición, y más si viene  de una persona a la cual amamos y depositamos nuestra confianza, lealtad y parte de nuestra vida y sueños.

Amarnos tanto para aprender a amar de manera consciente e inteligente. Eligiéndote como prioridad. Una ruptura amorosa es dolorosa. Sentimos que nos vamos a morir, que no seremos capaces de superarlo, nos sentimos defraudadas y con un dolor profundo que creemos que no podremos sanar y liberar. Llora, grita, patalea, escribe, canta, permítete sentir triste y desanimada, pero no te quedes ahí. Vuelve a brillar y a cantar que siempre llegan cosas mejores. Empezar pasando la tusa con Shakira de fondo mientras gestionas tus emociones puede ser un excelente paso en el camino de sanar tu corazón.

Llora hasta que deje de doler. En caso de ser necesario busca ayuda profesional con un psicólogo, de esta manera la carga emocional será más liviana y te brindará herramientas para saber llevar este proceso de ruptura. Sal con tus amigos, aprecia y valora tus silencios y los espacios en soledad. Canaliza las emociones, escribiendo, pintando, escuchando música, haciendo deporte, practicando algún hobbie o compartiendo con tus amigas. Permítete sentir y liberar para que puedas soltar.

Reflexión de la infidelidad: Siempre, siempre, siempre el amor llega para enseñarnos y transformarnos. Nadie merece ser traicionado, pero no somos dueñas de la vida y decisiones de los demás. Cada experiencia te forja y te hace más fuerte. Seguramente después de una infidelidad no sigues siendo la misma persona, de una u otra manera adquiriste conocimientos, madurez y mucho más amor propio.