Arco. Representa la entrada al mundo de los muertos y está adornado con flores y, en algunos casos, frutos.

Representación de los elementos naturales. El viento está representado por papel picado, que regularmente incluye diseños basados en el trabajo de José Guadalupe Posada. Un vaso de agua sirve para calmar la sed del espíritu. El fuego se representa con velas, veladoras y cirios encendidos. La tierra, con semillas y frutos.

Aromas. El copal era considerado una esencia sagrada en las culturas prehispánicas y suele ser un elemento indispensable en el altar de muertos. Otros aromas presentes son: flores de cempasúchil, infusiones de hierbas como laurel, tomillo y romero.

Alimentos. Deben ser del agrado del difunto, quien solo puede disfrutarlos una vez al año. Tradicionalmente, platillos típicos como el mole y los tamales están presentes. Las calaveritas hechas de azúcar, chocolate o amaranto representan que la muerte puede ser dulce. El pan de muerto es un elemento moderno de los altares. También se colocan bebidas alcohólicas que el difunto disfrutaba como cerveza, tequila o pulque.

Objetos personales. En los niveles terrenales, suelen colocarse pertenencias del occiso, especialmente si eran objetos queridos y apreciados. También se acostumbra colocar una fotografía del difunto en la parte central.

Simbología religiosa. Ocupa los niveles superiores del altar y está conformada por cruces, figuras y estatuillas de santos, vírgenes y ángeles.

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