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Caricias, alimento para el alma

Algo innegable es la necesidad del ser humano por el contacto físico, no somos seres creados para vivir en soledad, tampoco es para caer en una dependencia total, simplemente el contacto cariñoso de otra persona permite alimentar nuestros estímulos afectivos, aportando confianza y autoestima, sobre todo cuando somo niños.

En los tres primeros años de nuestra vida es necesario que tengamos contacto con la madre, para sentir su amor y cariño. Esto evita que el niño pueda crecer depresivo y que esa depresión lo lleve a una vida sin sentido con probabilidades de suicidio.

Por eso te decimos algunos de los beneficios que tienen las caricias y apapachos de los padres, por ejemplo:

 

  • Se crean vínculos fuertes entre padres e hijos, en donde no se necesitan palabras para expresar amor y apoyo, también esto genera seguridad para tener buena comunicación con ellos.

 

  • Refuerza su autoestima y confianza, es importante recalcar estas bases que definirán y guiarán el actuar y desenvolvimiento personal.

 

  • Las personas que reciben cariño siempre sabrán cómo se siente, para aprender a darlo en las diferentes etapas y momentos de la vida, esto mejora la relación empática con su entorno. Además, refuerza su inteligencia emocional, generando constantemente pensamientos positivos que lo ayuden en los momentos que puedan parecer difíciles.

 

  • Reduce el estrés, a pesar de encontrarse en una etapa muy pequeña, dependiendo el desarrollo emocional de cada niño, las situaciones ante las que se enfrente podrían causarle tensión o ansiedad, afectando su confianza.

 

  • También les permite descansar mejor, pues proporcionan tranquilidad, esto relajará a tu hijo en los momentos que no pueda dormir.

 

A pesar de que la tendencia actual pareciera ser mostrarse totalmente independiente, debe crearse un equilibrio, pues esto puede repercutir en la inteligencia emocional de una persona, lo que terminaría provocando comportamientos inconscientes y pocos sanos, que busquen llamar la atención para suplir esta necesidad.

Si tus hijos ya están más grandes, aún es tiempo para llenarlos de caricias y cariños, aunque pareciera que no quieren recibirlos siempre agradecerán la muestra de afecto, pues no hay quien se resista a la calidez del amor de mamá.

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